Tuesday, May 30, 2006

Adelante la media!

A veces se le ve rodeado de lápices y cuadernos, en otros momentos lo hemos visto peleando con algún chofer arrogante, pero hoy lo vemos en la calle luchando por lo que cree justo. Es ese estudiante secundario que muchos ya hemos sido y otros esperan con ansias para llegar a serlo. Los que hoy luchan están siendo parte de un acontecimiento histórico. Más allá de la pelea por la gratuidad del pase escolar y la Prueba de Selección Universitaria, lo que se está jugando en este momento es la modificación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (la famosa LOCE) que, promulgada horas antes del fin del gobierno militar, convirtió la educación en un bien de mercado más, amparando bajo el término "libertad de enseñanza" a quienes desearan crear colegios que dicen entregar un servicio de calidad, justificándolo con los resultados obtenidos en el SIMCE y la PSU, sin embargo esos resultados se deben mayormente al capital cultural que poseen los alumnos que ingresan a dichos colegios, por lo tanto éstos se aseguran seleccionando a los alumnos más aventajados que probablemente obtendrán buenos resultados en esas pruebas. El problema de fondo acá es que todo termina convirtiéndose en un negocio para alguien. Mientras eso no cambie, todo será igual.

Saturday, May 20, 2006

Sócrates de visita en nuestra época

EUTIFRÓN: Nada hay más agradable que viajar de manera segura a casa.
CRITÓN: ¿A qué te refieres con viajar de manera segura?
EUTIFRÓN: Seguro quiere decir sin estar expuesto a riesgos innecesarios y además poder controlar el tiempo que se tardará en hacer el viaje.
CRITÓN: ¿De qué forma se puede conseguir eso?
EUTIFRÓN: Usando el medio de transporte más rápido, limpio y agradable que tenemos: el metro .

En ese momento llega Sócrates. Critón lo llama y le cuenta sobre su conversación con Eutifrón.

CRITÓN: Sócrates ¿Estás de acuerdo con que el metro es la forma más agradable y segura para viajar?
SÓCRATES: No necesariamente, pues probablemente los motivos que mueven a Eutifrón a preferir el metro no son los más nobles.
EUTIFRÓN: ¿A qué te refieres?
SÓCRATES: A que es la lógica la que está dominando tu elección, no el sentimiento.
CRITÓN: ¿Cómo podría el sentimiento tener influencia sobre una elección de esta índole?
SÓCRATES: Para comprenderlo, en primer lugar dejen de pensar por un momento en el tiempo que tardarán en viajar, pues la necesidad de hacer las cosas rápido es sólo una tendencia que se ha impuesto en esta época. Hace dos mil años las cosas eran muy diferentes: no hay un motivo para tener tanta prisa si sabemos disfrutar de cada momento de la vida.
EUTIFRÓN: Pero el demorar menos en un viaje significa que tendremos más tiempo para hacer lo que realmente nos gusta.
SÓCRATES: Entonces, Eutifrón ¿Admites que no te agrada viajar en metro?
EUTIFRÓN: Creo que es la mejor forma de viajar.
SÓCRATES: Pero consideras que el viaje es una pérdida de tiempo, por lo tanto debe ser lo más corto posible ¿Es cierto lo que digo?
EUTIFRÓN: Aunque no lo diría de esa forma, creo que tienes razón, Sócrates.
SÓCRATES: Ese es el problema, justamente. Cuando hablo de saber disfrutar cada momento de la vida me refiero a que incluso el tiempo de viaje puede ser un momento para disfrutar.
CRITÓN: ¿Cómo podemos hacer eso, Sócrates?
SÓCRATES: ¿Qué ven cuando viajan en metro?
EUTIFRÓN: Poco, pues generalmente estamos en un tunel y sólo vemos oscuridad y, cuando estamos fuera de ese tunel, a veces sólo vemos los techos de las casas que están cerca.
SÓCRATES: Debo confesarles que esa es la razón por la que no me agrada usar el metro. Prefiero viajar en micro, pues cada día me ofrece experiencias distintas y novedosas.
EUTIFRÓN: Pero la micro tarda mucho más que el metro en cualquier viaje.
SÓCRATES: No siempre, pues durante los fines de semana suele ser más rápida que el metro, además, la prefiero porque puedo ver algo más que oscuridad o techos de casas. Andar en micro me permite ver qué es lo que está pasando en la ciudad, además la micro es una parte de nuestra cultura. Lo que ocurre en ella es un reflejo de nuestra sociedad. A veces es un escenario para artistas emergentes, otras veces puede ser la arena donde algunas personas luchan por sus derechos. También es el ambiente donde muchos se ganan la vida. Cuando puedes ver todo eso el tiempo que tarda tu viaje pasa a un segundo plano.
CRITÓN: Me parecen muy nobles las razones por las que prefieres la micro.
SÓCRATES: Es la ventaja de vivir sin prisas.
EUTIFRÓN: La verdad es que tienes razón, Sócrates. Creo que la próxima vez viajaré en micro.
CRITÓN: Yo también lo haré. Tal vez me dará una ueva visión del mundo.
SÓCRATES: Bueno, debo irme. Allí viene la 630. Los veré pronto.

Friday, May 12, 2006

Un día cualquiera en la ciudad

La escasa cantidad de automóviles circulando por las calles daba cuenta de la poca gente que quedaba en la capital. Todo el mundo estaba de vacaciones y sin embargo él tenía que seguir trabajando, pero lo peor no era eso, sino el tiempo que debía pasar en las micros para trasladarse de un extremo a otro de la capital. Eran las 6 de la tarde y el sol de febrero hacía que las cosas se desvanecieran por el calor. Se aflojó la corbata mientras esperaba, pensando en el trabajo pendiente para el siguiente día. No bien puso un pie en la micro y ésta arrancó. El chofer había tenido una mala noche y estaba cansado, con ganas de mandar todo al carajo, pero las deudas no perdonan y debía seguir trabajando, quizás hasta el fin de sus días, convertido casi en una máquina. A nadie le importa si es feliz, pues sólo existe cuando la gente necesita que su micro pase, después desaparece. Ernesto se sentó en uno de los primeros puestos: "para llegar primero" le decía su mamá cuando era niño. Miraba por la ventana y tenía tanto calor que nada lo hubiese hecho más feliz que la llegada de un vendedor de helados. Libros para pintar, alcoholicos anónimos, estampitas, parches curitas. Todos subían a ofrecer cosas, pero no había un solo heladero. Quizo dar una moneda al hombre que acompañado de una sufrida guitarra revivió a Víctor Jara, pero lo cierto es que hace días esperaba el pago de la quincena y la gamba que tenía en el bolsillo ya tenía destino, aunque éste aun no llegara. Hacía 45 minutos que había partido desde Puente Alto y todavía faltaba una hora para llegar a Maipú y la sed era cada vez mayor. Divisaba heladerías en la Alameda y poco a poco comenzó a ver las cosas como cubiertas de crema. Sentía que su destino estaba cerca, aunque eso no reducía su impaciencia. Cuando bajó de la micro el calor ya había pasado. Camino a casa se acercó un vendedor a ofrecerle choco panda, pero prefirió dar la moneda al anciano que desde unos metros más allá lo miró con ojos de tristeza.

Friday, May 05, 2006

Heinrich Harrer: That's the Olympic gold medal. Not important.

Pema Lhaki: This is another great difference between our civilization and yours. You admire the man who pushes his way to the top in any walk of life, while we admire the man who abandons his ego.

(Seven Years in Tibet, 1997)

Carolyn Burnham: This is a $4,000 sofa, upholstered in Italian silk. It is not just a couch.

(American Beauty, 1999)

Estas dos citas corresponden a dos exitosos filmes aparecidos hace algunos años, en los que podemos apreciar las grandes diferencias entre la cultura oriental y la occidental. La cultura es el lente que usamos para ver la realidad y la configuración que éste ha tomado a lo largo de los siglos hace que veamos mejor algunas cosas que otras. Volviendo a las citas de arriba, me referiré a la de "American Beauty", que en muy pocas palabras refleja nuestro materialismo... si alguien recuerda el contexto en que esa frase apareció en la película podrá ver cómo un simple sofá puede ser más importante que el dejarse llevar por el momento. Nos quedamos en detalles ínfimos y nos olvidamos de vivir como personas en nuestra totalidad. Un triunfo deportivo - o en cualquier área- es admirado por todos nosotros, sin embargo, como lo ilustra la cita de "Seven Years in Tibet", puede carecer de importancia en otras civilizaciones, puesto que en última instancia es una forma más de exacerbar nuestra individualidad y competencia. La búsqueda de admiración también se ha convertido en una necesidad en nuestra sociedad, lo cual resulta un arma de doble filo, pues si bien en cierta forma ganamos una sensación de bienestar cuando logramos un triunfo, el no conseguirlo puede llegar a ser una tortura, ello sin tener en cuenta que por cada triunfador hay miles que se quedan atrás, muchas veces sufriendo. Probablemente cuando el señor Freud escribió su Malestar de la Cultura estaba pensando que los seres humanos inevitablemente nacemos para querer imponernos sobre los demás, por lo que la buena y pacífica convivencia no puede sino ser una molestia, lo cual puede ser cierto en el paradigma en que estamos inmersos, pero debemos estar abiertos a considerar otras posibilidades... aun no se ha dicho la última palabra.